Séptimo
disco del grupo, tras el parón por la bronca legal que hubo después del
Sabotage, Black Sabbath se encontraban en un momento extraño de su carrera:
Eran pioneros veteranos de un género musical que aun no se había asentado del
todo. Hoy en día de Black Sabbath se esperaría heavy metal, pero en aquel
entonces de bandas como Black Sabbath se esperaba que hiciesen lo que sea que
Black Sabbath hiciesen. Y Si los Sabbath hacían lo mismo que en el 70, entonces
los Sabbath se habían quedado viejos. Además muchos géneros musicales nuevos
estaban apareciendo o creciendo (en concreto el punk, pero también el funk y su
mutación el disco) y muchas bandas nuevas iban entrando en el estrellato. De
este modo el grupo se puso a innovar, Ozzy en sus memorias comenta al obsesión
en el grupo por sonar como bandas más modernas como Queen, Tony Iommi comentó
en su día que a los que no les había gustado el álbum de debut de la banda que
lo intentasen con este que era muy diferente, y Geezer Butler que tenían miedo
de que si no cambiaban de estilo musical se quedasen atrás. Al mismo tiempo la
situación entre los integrantes de la banda era muy mala, venían muy quemados
de las movidas legales que sucedieron durante los años anteriores, no se fiaban
de nadie, le daban fuerte a las drogas y a el alcohol (Iommi se encargo casi en
solitario de la producción del LP porque los demás se pasaban el día borrachos
en la playa) y Ozzy estaba con un pie fuera de la banda, de hecho ya se había
hecho camisetas con el letrero de Blizzard Of Oz y abandonó el grupo durante la
gira (aunque luego volvería a grabar un disco más). Así que no es de extrañar
que este disco sea muy diferente a los anteriores. ¿Tan diferente como para no
confiar en él en la línea de lo que decía Henry Rollins? Pues no. Porque es un
discazo como la copa de un pino. ¿Qué más hay que decir? Diferente estilo, pero
misma calidad, tiene mis dieses máximos.
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Fuente: Discogs |