Cuarto disco de la banda y de nuevo un cambio de cantante, de hecho un cambio de casi todo, porque a estas alturas casi no quedaba ningún miembro original (muchos se habían ido como protesta ante el cambio de rumbo que el teclista y miembro fundador Vincent Crane junto con el nuevo cantante Chris Farlowe le estaban dando al grupo). Hay que decir que Vincent Crante sufria desde los sesenta un trastorno bipolar y solia entrar y salir del manicomio confrecuencia, así que imagino que algo tendría que ver con que tanta gente se fuese del grupo. En fin, si el anterior disco de los británicos rompia un poco la tendencia de los primeros discos y se tiraba a un rollo más funky, este disco es soul y funk a saco. No es un mal disco, pero la verdad, me molaba más lo que hacían antes.
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| Fuente: Discogs |
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