Detrás de la que quizás es una de las más feas portadas de los discos así en general, está el segundo álbum de Alice Cooper como solista, que es a su vez una continuación espiritual del Wellcome To My Nightmare. En general sigue en la tónica de Cooper de rock siniestro con aires de musical y un poco pop. Un discazo, en su línea. Tiene mis dieses.
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